Dos frases que te repites mucho sin darte cuenta del daño que te hacen

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Ahora que queda tan poquito para terminar el año, y antes de que empieces con el ‘no tengo tiempo’ típico de las quedadas de Navidad, quiero hacerte una pregunta:

¿Qué te hace pensar que el 2017 vas a conseguir unos resultados distintos a los que llevas consiguiendo todos estos años?

Porque empezar con la energía por los aires y a tope de motivación es algo que todos solemos hacer, y bastante bien por cierto.

Pero ya se sabe que el saco de los buenos propósitos y de los «de este año no pasa… ahora sí que sí dejo de fumar/adelgazo/me empiezo a cuidar/aprendo inglés, etc», se desinfla con mucha rapidez. Y eso es algo que (y dime si me equivoco), se nos suele dar genial también.

Así que teniendo en cuenta tu historial de motivación en enero y desmotivación por marzo o abril, te repito la pregunta:

¿Qué te hace pensar que este nuevo año conseguirás tener la fuerza de voluntad y constancia suficientes para no dejar tus metas a medias por enésima vez?

A lo mejor la pregunta te ha hecho retorcerte un poquito en tu silla y es normal. Eso probablemente quiere decir que:

  • O bien no te habías hecho esa pregunta hasta ahora.
  • O que acabas de darte cuenta de que en el fondo no tienes ningún argumento de peso para pensar que, efectivamente, el próximo año vas a conseguir resultados diferentes.

En cualquier caso, si lo que te he preguntado te ha provocado cierta incomodidad, sigue leyendo. Mi objetivo con este post no es incomodarte, sino que abras los ojos.

Y es que verás muchas veces sueles pensar que con estar motivado ya es suficiente para lograr tus metas. Crees que el subidón de adrenalina y buenos propósitos que sientes cada enero te da y te sobra para llegar por fin a hablar inglés con soltura británica, para adelgazar los kilos que te sobran o para emprender un nuevo proyecto.

Hasta que llega marzo o abril y ves que toda esa motivación inicial da paso a: «Bueno, ya si eso en septiembre lo vuelvo a intentar».

¿Te suena familiar?

Por eso quiero ayudarte a cambiar el chip. Quiero que te des cuenta de que si quieres lograr resultados diferentes, tendrás que hacer cosas diferentes a lo que has hecho hasta ahora. Y eso pasa por cuestionarte:

  • lo que crees que ya sabes.
  • lo que crees que eres.
  • lo que crees que puedes llegar a conseguir o no.

 

Empezar desde la casilla de salida adecuada

Si quieres acabar bien, has de empezar bien. Por eso es muy importante comenzar desde la casilla de salida adecuada.

¿Y eso qué significa?

Pues que tus pensamientos y creencias tienen que ser acorde con aquello que quieres lograr. Porque estarás de acuerdo conmigo en que sería muy poco práctico ponerte a trabajar en tus metas, pensando que no lo lograrás o que no tienes fuerza de voluntad, ¿verdad?

Por eso hoy te voy a hablar de dos creencias que oigo mucho cuando las personas hablan de sí mismas, y cuyo planteamiento ya es erróneo desde el principio. Estas creencias son:

  • No soy una persona constante.
  • No tengo fuerza de voluntad.

Además te voy a explicar por qué la forma de plantearlas es errónea y cuál sería una interpretación más adecuada de las mismas, para, ya sabes, situarte en la casilla de salida adecuada.

Vamos allá.

 

1# No soy una persona constante

Pongo la mano en el fuego a que más de una vez has dicho eso de «es que yo no soy una persona constante». O puede incluso que hasta te lo creas, que creas que tú eres así, siempre lo has sido y siempre lo serás.

El problema cuando dices que tú no eres una persona constante es que piensas en eso como un rasgo de tu personalidad, como una parte de ti. Y al ser parte de ti, no lo puedes cambiar (porque nadie puede dejar de ser esa persona).

Es más, enfocándolo de esta forma lo puedes incluso hasta interpretar como un defecto tuyo, algo con lo que tendrás que convivir el resto de tu vida y que los demás tendrán que aguantar porque bueno… eres así y es lo que hay.

Planteamiento correcto:

Abre bien los ojos y grábate esta idea en la cabeza: tu falta de constancia no es algo que eres, sino algo que haces. En el post que escribí hace algunos meses sobre la falta de constancia te decía que ésta:

  • Es un hábito: te has habituado a dejar las cosas siempre a medias o a no acabar lo que empiezas.
  • Es un resultado: es la consecuencia de que por ejemplo, no veas claro que lo vayas a conseguir, o de que no te guste el proceso, o de que te surjan planes que te motiven más.
  • Es una habilidad: se te da bien no lograr tus metas, y eso, es una habilidad (fruto del hábito que has creado).
  • Es una decisión: ante una serie de circunstancias tú decides abandonar esa meta y hacer otra cosa.

Como ves, este planteamiento es totalmente opuesto al de pensar que la falta de constancia tiene que ver con que tú seas así.

¿A que no te genera la misma sensación pensar que la falta de constancia no es un defecto sino algo que no sabes hacer mejor? 😉

 

2# No tengo fuerza de voluntad

Otra de las cantinelas más repetidas tiene que ver con la fuerza de voluntad. «Me puede la debilidad y al final acabo por no ponerme a dieta, o no empezar con el inglés, o no ir al gimnasio… No, pero ya esto se va a terminar… la próxima semana empiezo…»

Quien dice la próxima semana dice el próximo mes… o el próximo año. O un día que, qué causalidad, nunca termina llegando. ¿Te suena no?

Cuando dices que no tienes fuerza de voluntad lo que en realidad te estás diciendo a ti mismo es que eres débil o que te puede la debilidad, o que algo es superior a ti. Una vez más, haces de un resultado (dejar algo a medias), una parte integrante de tu identidad personal, y así, al igual que pasaba con lo de la constancia, mal vas.

Planteamiento correcto:

La fuerza de voluntad no es algo que se tenga o se deje de tener. Es una habilidad que se practica, se mejora, se perfecciona y se aplica a tus acciones.

La fuerza de voluntad es un resultado.

Es una decisión que tomas cuando, consciente o inconscientemente, decides abandonar algo porque no te compensa el esfuerzo que te va a suponer. O porque te surge otra opción que te apetece más (irte de cañas con amigos en vez de ir a correr, tomarte una tarta de postre en vez de una pera, etc).

¿Significa eso que no tienes fuerza de voluntad? Para nada.

Significa que tomas decisiones que te alejan de tu objetivo.

Darte cuenta de cómo tomas las decisiones y aprender a decidir mejor no es una capacidad, sino una habilidad: algo que puedes practicar para empezar a hacerlo mejor.

¿A que no te genera la misma sensación pensar que tu fuerza de voluntad no es algo de lo que careces sino que es algo que no sabes hacer mejor?

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Conclusión

Aprender a motivarte mejor, a ser constante o a tener mayor fuerza de voluntad no son cosas cuadriculadas que, o se tienen o no se tienen.

Son habilidades formadas por otras muchas habilidades como tomar mejores decisiones, detectar y cambiar creencias poco útiles o saber mejorar la calidad de tus pensamientos.

Todas esas habilidades llevan la etiqueta de ‘motivación’, ‘perseverancia’ o ‘fuerza de voluntad’. Pero en ningún caso pienses en ellas como cosas fijas y estáticas, ni mucho menos como dones, sino como un conjunto de acciones que generan un resultado (tirar pa’lante o tira la toalla).

Quiero que entiendas que si quieres acabar bien las cosas y lograr tus metas, has de empezar bien desde el principio. Y por eso es tan importante la habilidad de saber cuestionarte lo que dices, lo que piensas y aquello en lo que crees.

Si te ha gustado este post y el planteamiento que te he propuesto, estoy convencida de que lo que voy a presentarte te va a encantar.

Verás, estoy trabajando en mi próximo curso que verá la luz el próximo febrero y que se llamará Constánciate. Ya por el nombre puedes hacerte una idea de qué va ir, ¿no?

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Constánciate va a ser un curso hecho a la medida de tus necesidades. Con él te voy a ayudar a trabajar tu motivación y fuerza de voluntad para que hagas de la constancia, tu nuevo hábito. Con este curso vas a conseguir:

  • Aprender a ser constante y saber perseverar en el tiempo para lograr tus metas.
  • Dejar de hacer las cosas en el último momento y que no te pille siempre el toro.
  • Gestionar mejor tu tiempo y emplearlo mejor.
  • Acabar con tus autosabotajes y tu indecisión a la hora de pasar a la acción.
  • Identificar y cambiar las creencias que te alejan de tus objetivos por otras que te acerquen a ellos.
  • Tomar mejores decisiones siendo consciente de tus posibilidades.
  • Disfrutar más de tu tiempo y del propio proceso de acercarte a tus metas.

 

Si de verdad quieres que el 2017 no sea otro año más en la colección de metas abandonadas, te animo a que no pierdas de vista las novedades de Aprendízate. O mejor aún, me puedes dejar tu correo para que te mande la información cuando esté lista (y de paso no perderte los beneficios de este primer lanzamiento).

 

Te toca a ti:

¿Cuál es tu plan B para que el 2017 suponga un antes y un después en el logro de tus metas?

 

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Saul LivingTrue
7 años año

Que bonito que he encontrado tu blog. Me encanta.

Me parece super importante detectar esas frases limitantes que nos decimos a nosotros mismos para poder sustituirlas por otras más poderosas y e este post lo has explicado de maravilla.

Me pasaré más por aquí, un abrazo.

PD: Hace tiempo escribí un post sobre que El Tiempo No Se Tiene, Lo Creas Tú. Complememtaría guay lo que has dicho al principio.

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