Cómo la paciencia te ayuda a motivarte y a ser constante con tus metas

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¿Eres impaciente?

¿Te subes por las paredes cuando no ves resultados al momento?

Si has respondido sí a las dos preguntas, ¡enhorabuena! Acabas de ganarte un punto más para ser tu mejor desmotivador.

Ya me dirás tu secreto para hacerlo tan bien 😉 (porque, que no te quepa duda que ser impaciente, también es una habilidad).

Hehe. No. No se me ha ido la cabeza.

Ya sabes que me gusta empezar mis posts con algo de humor e ironía – los cuales te ayudan a motivarte y a ver las cosas con otro color, dicho sea de paso -.

El objetivo del post no es desmotivarte ni meter el dedo en la yaga, sino y como siempre, todo lo contrario: que aprendas a abrirte opciones y a contar con más recursos para motivarte y a hacerlo cada vez mejor.

En este artículo voy a explicarte cómo tu impaciencia te impide mantener tu motivación en el tiempo, y un planteamiento que te va a ayudar a ser más paciente a partir de ahora y ver las cosas desde otra perspectiva.

¿Te parece bien?

Pues vamos allá.

 

Tu impaciencia: tu mejor aliado para desmotivarte

Si eres un asiduo de Aprendízate ya sabrás que la motivación es una habilidad que a su vez está formada por muchas habilidades.

De algunas de ellas ya te he hablado. Ya sabes:

  • Resignificar el fracaso
  • Gestionar tus expectativas
  • Aprender de los errores
  • Priorizar tus metas
  • Diseñar un plan de acción paso a paso
  • ETC

Cuanto más practiques estas habilidades, más fácil te resultará convertirte en tu propio motivador personal.

Hasta aquí no te he dicho nada nuevo.

Pero qué ocurre.

Que todas estas habilidades tienen algo en común: requieren tiempo.

Es decir, requieren un tiempo de implantación pero además necesitan un tiempo para que tú puedas evaluar los resultados. Ya sabes, cómo te ha ido la cosa.

Imagínate que te propones empezar a planificar y seleccionar mejor tus objetivos semanales.

Te das cuenta de que hasta ahora lo que has venido haciendo han sido listas infinitas de cosas que te gustaría lograr y has visto que eso no te resulta.

Así que esta semana decides empezar a hacer algo diferente: Coges tu agenda, apuntas tus objetivos y los empiezas a priorizar según la importancia que les des.

Eso desde luego está genial. Pero estarás de acuerdo conmigo en que para saber si te funciona o no el cambio, necesitas:

a) Ponerlo en práctica
b) Dejar pasar el tiempo suficiente para analizar los resultados

Si lo pones en práctica un lunes y el miércoles ya estás sacando conclusiones porque piensas que ya tienes los datos suficientes para sacar un veredicto, lo más seguro es que esa conclusión sea errónea.

Poco ‘científica’, por así decirlo.

Y lo peor de todo es que a ese resultado le darás un significado poco útil para ti.

Lo típico:

‘no, si ya sabía yo que esto no iba a funcionar’, ‘soy un caos’, ‘mira que lo intento y nada’, ‘soy lo peor’…

A esas alturas empiezas a igualar lo que has hecho con lo que eres (o no eres).

Y eso, como te puedes imaginar, a tu motivación le sienta como una patada en el estómago. Porque el efecto irá acorde con lo precipitado de tu veredicto: bye bye motivación.

Pero realmente puede que el problema no sea tu dificultad a la hora de ser más organizado.

Quizás tampoco sea un problema de priorizar tus metas.

Quizás lo que realmente te ha fallado es el ingrediente fundamental de cualquier acción eficaz: saber esperar a que las acciones den sus resultados.

 

El desfase que hay entre una acción y su resultado

Cuando eres impaciente y quieres los resultados para ya, te estás olvidando de uno de los principios más importantes de cualquier proceso:

El desfase temporal que hay entre causa y efecto, o entre una acción y su resultado.

Dicho en otras palabras: todo proceso o cambio requiere un tiempo para dar sus frutos, sean los que sean.

El problema de aplicar un cambio y evaluar cómo ha ido sin tener en cuenta ese desfase propio de cualquier proceso, es que no estás dejando el tiempo suficiente para que ese cambio germine y se desarrolle.

Y al no ver resultados en ese momento, piensas que no ha habido ningún efecto.

Y si piensas que no ha habido ningún efecto, crees que lo que has hecho no ha servido para nada, y en consecuencia tu motivación disminuye.

 

Que no veas el efecto no quiere decir que no exista

Pero lo que quiero que entiendas es que que tú no veas el efecto de esa causa o de ese cambio inmediatamente no quiere decir que no se esté dando, o que no se vaya a dar.

Que no lo veas no quiere decir que no exista.

La única conclusión a la que puedes llegar es:

a) Necesitas darle tiempo a ese cambio o proceso

B) Necesitas ser más paciente, saber gestionar mejor esa espera o desfase antes de lanzar tu veredicto.

Tu habilidad para saber gestionar la espera entre la acción y el resultado es crítica para tu motivación (o desmotivación).

De lo contrario podrías llegar a conclusiones equivocadas como por ejemplo pensar que eres malo en algo o que no se te da bien lo otro, o que nunca vas a poder esto o aquello.

Como siempre te digo, la desmotivación no es algo que eres sino algo que haces.

Según cómo relaciones y signifiques las cosas en tu cabeza, te sentirás motivado o no.

¿Verdad que no sacarías del horno un pastel que lleva tan solo un minuto hornándose?

Pues con el resto de cosas lo mismo.

 

Conclusión

Ser paciente, o lo que es lo mismo, aprender a gestionar mejor el desfase entre una causa y un efecto, es esencial para tu nivel de motivación y de constancia a la hora de dirigirte a tus metas.

Sin esa diferencia de tiempo en mente, puedes correr el riesgo de llegar a conclusiones erróneas donde creas que por no estar viendo resultados ahora tampoco los habrá más adelante.

Las personas que saben motivarse bien a ellas mismas saben que el resultado de los cambios no tiene por qué ser inmediato y que lo que hacen hoy determina en gran medida su futuro.

Si quieres perseverar con tus metas y mantenerte motivado en el tiempo necesitas empezar a tener en cuenta este desfase temporal entre tus acciones y los resultados que obtienes.

De lo contrario, cualquier conclusión a la que llegues será errónea, y lo peor de todo: te llevarás ese resultado al terreno del ‘yo soy así’.

Por tanto, ya lo sabes: para convertirte en tu propio motivador personal y sentirte con más energía y vitalidad de nuevo, empieza a practicar tu habilidad para ser más paciente y a dejar que las cosas se desarrollen a su debido tiempo.

Puede que ser paciente no esté de moda (ya sabes, hoy en día lo de estoy ocupado es lo más).

Pero te aseguro que tendrás a tu favor a un gran aliado para mantener tu motivación y perseverar en el tiempo para dirigirte a tus metas.

 

Y ahora te toca a ti:

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Ana Onieva
6 años año

Hola Patricia, soy nueva en este blog y me ha encantado, al igual que la PNL, que me está gustando mucho, sobretodo en como te cambia la manera de ver la vida que te rodea y desde luego que estoy muy de acuerdo en que tenemos que valorar cada paso que demos en el tiempo reforzando nuestra paciencia.

aprendizateWeb
Admin
6 años año
Reply to  Ana Onieva

Hola Ana! me alegro mucho que te guste el blog y que estés interesada en la PNL. Siendo el caso así, creo que disfrutarás un montón en Aprendízate (por lo menos, con esa intención está hecho) 🙂 un abrazo grande!

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